El fascinante proceso de alfabetización
Todos guardamos pequeñas imágenes en la memoria: tal vez papá o mamá leyéndonos un cuento antes de dormir, algún hermano mayor jugando a la escuelita, o ese maestro o maestra que nos marcó con su cariño y paciencia.
Pero más allá de esos recuerdos entrañables, ¿alguna vez te has preguntado cómo aprendimos realmente a leer?
¿Qué ocurre en el cerebro de un niño para que esos símbolos en una página comiencen a tener sentido?
Leer y escribir no es natural… se aprende
A diferencia de hablar y escuchar, que son habilidades naturales en el ser humano, leer y escribir no vienen "programados" en nuestro cerebro. Todos los niños (si no presentan impedimentos físicos o neurológicos) desarrollan el lenguaje oral simplemente al estar expuestos a él. Pero la lectura y la escritura son habilidades culturales que necesitan ser enseñadas de forma explícita, sistemática y estructurada.
Esto es algo que hoy sabemos gracias a la Ciencia de la Lectura (Science of Reading o SoR, en inglés), que reúne más de 50 años de investigaciones en neurociencia, psicología cognitiva, lingüística y educación.
¿Qué pasa en el cerebro cuando leemos?
«El proceso lector» por ©MJ Mas.
Para que un niño aprenda a leer, el cerebro necesita conectar varias regiones: las que procesan sonidos, las que reconocen letras y palabras, las que interpretan el lenguaje y las que controlan el movimiento de los ojos y la escritura.
Estas conexiones no nacen con nosotros: se desarrollan con la práctica, el acompañamiento adecuado y la estimulación constante. Son las neuronas las que, poco a poco, van formando las rutas necesarias para decodificar palabras, comprender su significado y luego expresar ideas por escrito.
Más allá de las letras: conocimiento del mundo
Leer no es solo decodificar palabras. Para que un niño comprenda lo que lee, necesita tener conocimiento del mundo: vocabulario, experiencias, saberes previos sobre ciencia, historia, literatura, geografía, etc.
Es por eso que la oralidad —la capacidad de expresarse y comprender a través del lenguaje hablado— es clave en las primeras etapas.
Y aquí es donde los padres y cuidadores jugamos un papel fundamental.
¿Cómo fomentar la oralidad desde casa?
El desarrollo del lenguaje comienza desde el nacimiento. Los bebés escuchan, reconocen sonidos y balbucean. Con el tiempo, imitan palabras, combinan frases, expresan necesidades, y entre los 3 y 5 años, ya relatan historias, comparten ideas y emociones.
Para fomentar este desarrollo, no hace falta nada complicado:
Habla con tu hijo todos los días, cuéntale lo que estás haciendo.
Léele cuentos con frecuencia.
Canten canciones, jueguen con rimas y palabras.
Anímalo a hacer preguntas, a contar lo que siente o lo que vivió en el día.
Cada niño tiene su ritmo
Es importante recordar que no todos los niños se desarrollan al mismo ritmo. Algunos hablarán antes, otros después. Lo más importante es brindar un entorno seguro, amoroso y estimulante, donde el niño se sienta cómodo para expresarse sin miedo.
No se trata de presionarlos, sino de acompañarlos.
En resumen
La lectura y la escritura no llegan solas. Se enseñan, se acompañan, se construyen con paciencia, dedicación y mucho amor.
Como padres, tenemos el privilegio de ser parte de ese proceso maravilloso. Cada conversación, cada historia, cada canción, es una semilla que sembramos en el corazón y la mente de nuestros hijos.
Porque leer no es solo una habilidad escolar. Es la llave que abre las puertas del conocimiento y las posibilidades de ser productivo en la sociedad.